Epílogo a diario de un cáncer de colon: el cumpleaños de Elva

04.11.2021

Ayer fue el cumpleaños de mi querida hermana Elva. Los cumpleaños para mí son muy importantes, una oportunidad para celebrarnos y celebrar nuestra vida y la de todas y todos quienes hacen la nuestra. Elva es una persona muy especial, muy bien retratada en una película que hizo nuestra sobrina Sofía, que recomiendo a todo el mundo: https://www.youtube.com/watch?v=bnHaQRD1ljU.

Con Elva he aprendido de todo, de niño, y nuevamente en este año que he pasado junto a ella: me he dado de bruces en los últimos tiempos con lo que he estado tratando de estudiar y de aprender toda mi vida, a amar, el único camino posible de la felicidad. Me he atrevido a decirle, y es alguien a quien adoro, que a veces, solo a veces, me resulta insoportable. Y ella lo ha encajado no haciendo nada más que encogerse de hombros, como la cosa más natural del mundo. Bien pensado, ¿no es la cosa más natural del mundo?

Le pregunté con mucha ilusión qué podía hacer por ella en su día, qué deseaba para su cumpleaños, y me contestó lo siguiente "lo que yo deseo son las mejores noticias para ti, aunque sé que no está en tu mano concederme ese deseo". Y es que estoy, estamos, a la espera de noticias de mi ultimo PET scan. Es un momento de la verdad, otra encrucijada más en la larga lista que hemos vivido durante la aventura que empezó ayer hace un año, con la primera operación el día del cumpleaños de Elva precisamente. Lo primero que hizo ella aquel día fue ir a verme al hospital, antes de que me llevaran al quirófano. Llegó toda guapa, con unos pendientes y un colgante que yo le había regalado. Se habría quedado a dormir la noche anterior si yo se lo hubiera permitido. Aunque toqué la guitarra y canté una canción cuando llegó, se me olvidó cantarle "feliz cumpleaños".

Este es un momento de la verdad, digo, para mí y para ella, un momento de al menos dos verdades, como la paradoja del gato de Schrödinger de la física cuántica, otro "pet" o mascota, si se desea. Siempre me costó entenderlo del todo... entender que las alternativas de que el gato estuviese muerto y vivo dentro de la caja eran dos escenarios "reales" y contrarios al mismo tiempo. Sin embargo, solo uno podría ser real, solo uno va a ser real, ¿no es cierto? Pero antes de saberlo, ambos lo son. Pues bien, ahora mismo lo entiendo perfectamente porque malas noticias y buenas noticas sobre este PET scan son posibilidades y son realidades aquí y ahora, con impactos físicos tangibles muy distintos en mi cuerpo, y mi conciencia las contempla comprendiendo que coexisten en el espacio real de mi mente. Lo curioso es que esta realidad múltiple da a todo una perspectiva y brillantez poco comunes, como si los contrastes entre uno y otro escenario los reafirmaran mutuamente, en la amplitud extraordinaria de lo que llamaría un momento de conciencia plena.

Ya he visto y repasado esas dos historias posibles, aunque hay más. La de las buenas noticias, el alivio, la celebración, los planes de volver a Atlanta y continuar con mis proyectos... frente a la otra, la que sugieren los médicos, con más tumores que hay que extirpar, que incluye decidir entre una ileostomía permanente o volver a pasar por lo que he pasado este año. No sería repetir lo mismo aunque sucediera lo mismo. Yo, en otro espacio y tiempo, ante los mismos sucesos, soy alguien muy distinto.

He aprendido, por ejemplo, que el cáncer no es culpa mía. He aprendido que el cáncer no es culpa mía. Lo repito porque a menudo digo estas cosas pero no termino de creérmelas. Y, sin embargo, cada vez más entiendo y creo, que hoy, aquí y ahora, soy el resultado de una lista interminable de causas y condiciones generacionales, biológicas, culturales, ambientales... que comenzaron en el albor de los tiempos y que explican no solo mi cáncer, sino mi pensamiento y mi conducta en este preciso momento.

También he aprendido y practicado que el que sea así no me quita la oportunidad de decidir qué hacer con todo esto e influir y posiblemente mejorar, actualizar, estas circunstancias, o al menos, poner luz, aprender... y así ejercer la intencionalidad de crear el "por qué" y "para qué" que yo prefiera con estos hechos. Lo he dicho más veces: yo no pienso que todo ocurra por una razón, pero sí creo que podemos encontrar una razón para todo lo que ocurre.

He aprendido y practicado, además, diferenciar entre lo que deseo y lo que necesito. No necesito una vida sin ileostomía, sin molestias, pero es lo que deseo con toda mi alma y mi corazón. Y a pesar de la intensidad de este deseo, un poco vanidad y un poco búsqueda de un final feliz para toda esta historia, no me voy a morir si no se cumple: sigo pudiendo ejercer mi espacio de libertad con lo que es o será y que no controlo.

Sobre todo, he aprendido y practicado sentir que yo no soy solo yo. Que mi humor afecta a quienes me rodean y más a quienes me quieren, a quienes necesito y me necesitan, así que deseo las mejores noticias por mí y por todos mis compañeros. He aprendido que lo que deseo y puedo anunciar son más fiestas (y menos cánceres). También deseo seguir aprendiendo, pero no demasiado ni demasiado deprisa, y desde luego no a costa de librar batallas titánicas con el cáncer y los elementos. Prefiero felicidad con facilidad. Prefiero que todos lo pasemos lo mejor posible.

Finalmente he aprendido que ofrecer quien uno es y lo que tiene es el regalo más auténtico y más sublime... el único dentro de lo posible que merece la pena. Así pues, a este momento de la verdad que no es mío solo, yo le doy la siguiente intencionalidad: que me sirva para encontrarme contigo una vez más, contigo que te gusta leerme y que vuelves por más. Que me sirva para ver y ser visto, para sentir lo que sientes y ser sentido, tanto lo bueno como lo incómodo, que también son solo uno. Y no se me ocurre ningún regalo mejor para ti, Elva, que esto mismo, yo mismo, mis experiencias que son las tuyas y las tuyas que compartimos. Tienes razón en decir que no tengo poder sobre lo que ha sido y por tanto muy limitado sobre lo que es... pero en lo que es, en lo que sea, cáncer o no cáncer, te llevaré de fiesta si tú me dejas.

Foto: Puesta de sol en Codolar, Ibiza (España), cortesía de mi amigo José Alberto Gómez Gabancho