Diario de un cáncer de colon VI: Luz de guía

10.09.2021

Seguí la luz que me guiaba a pesar de que no podía verla en todo momento. Me sometí a la tercera operación, quizás la más temida de toda mi vida. Confié en mis médicos, confié en la vida. Confié una vez más en mi ejército de...

"Hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas,

colegas, amigos, amigas y más amigas.

Son tantos que los descuida,

aunque a ninguno olvida."

(Estos versos son parte del artículo "Milagros" en este blog).

Había pedido a todas estas personas que rezaran, que cantaran o bailaran, que hicieran un brindis o bromearan, que investigaran o que hicieran lo que fuera que les ayudara a sentirse bien y a acompañarme tal y como eran. De hecho, creo que todas estas manifestaciones son el lenguaje del amor, puesto que el Amor lo abarca todo. Parte de este ejército se reunió online la noche anterior a mi operación en una meditación en inglés dedicada a mi bienestar, galvanizada por la energía de dos de mis ángeles, amigas en este planeta, KT y Tanaz. Me encontré completamente inmerso, bañado, en Amor.

La fuerza que me dio este Amor, o llamémoslo simplemente apoyo social, fue tangible en mi cuerpo y pude entregarme por completo a lo que me aguardaba, ir al quirófano e incluso tener dulces sueños. Puede que soñara con nuestro último día en Menorca, en el Far de punta Nati.

El día había comenzado como otro hermoso día soleado, pero yo me encontraba en el coche de mal humor sin ninguna razón en particular; irritado por pequeñas cosas sin importancia, como el tráfico lento. Debía ser la presión que sentía en mi área pélvica. Una de mis canciones favoritas sonó en la radio, "I'm yours" (Soy tuyo), de Jason Mraz y mi estado de ánimo cambió. Llegamos al faro y caminamos entre rocas hacia el acantilado.

"Siéntate ahí, es cuarzo, absorbe todas las impurezas" me gritó Elva. Un poco escéptico y bastante sugestionado, confiando como confío en mi hermana después de 48 años, quien sé que nunca desearía causarme daño, me senté en una gran placa de cuarzo sobre el suelo, entre dos rocas del mismo material, en un lugar que de repente me pareció un trono. Tenía vistas al acantilado donde rompían las olas.

Escuché y sentí. A estas alturas de mi vida ya sé que la cabeza puede ayudar o contaminar cualquier experiencia y permití que estuviera presente sin intervenir, sin analizar demasiado. Sentí el tacto suave de la roca y el sonido sobrecogedor del océano. Sentí, imaginé, la fuerza que llegaba de la tierra a mis pies descalzos con la intensidad del rojo, iluminaba mi vientre en amarillo, calmaba mi estómago y la base de mi espalda en naranja, llegaba en verde a mi pecho y a mis brazos, en morado a mi voz y mis oídos y en azul a mi cabeza, para unirme en humildad con el espacio índigo infinito más allá de mí mismo donde yo era sostenido otra vez desde el rojo.

Sentí, imaginé, otras cosas, otras vidas, otros seres. Sentí cosas que no entiendo ni puedo describir. Una experiencia de éxtasis quizá, de euforia, aún más, de todas las emociones y todas las experiencias, posibilidades y caminos. Me sentí seguro sin saber nada, protegido, amado sin cuestionar nada. Lloré mientras sonreía, canté en silencio y callé en la música que me envolvía. Es verdad. Es verdad. "Lleva este mensaje. Tu vida es grande, tu experiencia es bella. No hace falta que la valores o te la expliques... Eres, y contigo, otras vidas pasadas, otros momentos en el tiempo, presentes como este momento. Eres todas esas cosas y eres uno. Con la roca, con las olas, con el cielo, con el sol". Me levanté de allí no queriendo decir nada, embargado por todas esas sensaciones. Parecía que ese lugar nos hubiera estado esperando. Me sentí privilegiado y humilde, lleno de amor, de perdón y dicha, epicentro de todo, pero no más ni menos importante que nada. Abracé a Elva mientras los dos llorábamos. Le dije "gracias".

La operación salió bien. El insidioso bloqueo y dolor causado por el tumor que había crecido en la cicatriz de una de las cirugías anteriores ha desaparecido. El hecho de que confirmaran que no había tumores en el hígado permite imaginarnos un futuro más brillante y un poco más fácil. El tumor encapsulado todavía está en mi pulmón izquierdo ... junto con la mancha blanca en mi cerebro. Nada es perfecto. No dije que esta historia fuera perfecta, aunque es bastante buena. El viaje continúa, pero esta historia en particular está a punto de concluir. Mientras escribo esto estoy saliendo de tres días muy difíciles, tan dolorosos como muchos otros días en el pasado, pero me siento muy diferente porque ahora sé de dónde viene el dolor, de la cicatriz de última operación. Lo entiendo todo mejor y veo claramente cómo van mejorando las cosas. También parece que se me da mejor circular de ida y vuelta desde el infierno con menos bloqueos

En cierto modo, ¿no es toda esta experiencia un maravilloso recordatorio para estar presentes y amar? Esto es lo único que podemos hacer cuando todo se derrumba. A menudo he dicho que me siento como si lo tuviera ya todo aunque otras muchas veces no lo vea. Siempre me quedaba la pregunta de qué pasaba con los que son muchísimo menos afortunados que yo. Creo que lo entiendo ahora. La verdadera fortuna es la práctica del amor, una obra maestra en construcción (no algo que construimos para el futuro sino algo que se está haciendo en el presente), accesible para todos... a pesar del dolor y con el dolor... a pesar de circunstancias horribles o del cáncer. La mejor noticia es que he podido soportar todo esto. Si realmente lo voy haciendo cada vez un poco mejor, con la ayuda de otros, cualquiera puede hacerlo. Ciertamente no soy más inteligente, ni más valiente, ni más especial que nadie, solo único y extraordinario como todos los demás, con capacidad de mejorar.

Quizás mi contribución muy personal en todo esto sea hablar de ello, compartirlo, y así decido que esa sea mi tarea. El significado de mi nombre, Samuel, en hebreo es "el que es escuchado (por Dios)". Rara vez uso la palabra Dios porque no me parece bastante universal, yo prefiero hablar del Amor, que todos entendemos. Este Amor te incluye a ti, lector, y de verdad me siento escuchado por ti. También me vendrán muy bien tus comentarios cuando quieras hacerlos. Además, te pido ayuda para no olvidar estas enseñanzas, para no dejarme consumir con tanta frecuencia por mis propias circunstancias. Ayúdame a dejar la puerta abierta al Amor. Las circunstancias pasarán, el amor no pasará. Este Amor, construido necesariamente con otros, es nuestro verdadero Cielo en la Tierra... Este es un poema sobre mi batalla contra el cáncer que les envié a unos amigos antes de que me llevaran al quirófano:

Cuánta belleza en esta "guerra", que acaso ya no lo sea.

Cómo van a ir a la guerra las flores y las estrellas?

Sin embargo las primeras con su luz espantan sombras.

Y las flores con su aroma nos dominan y gobiernan.

No hay oscuridad cuando hay luz, no hay hedor cuando hay aroma.

Es la rendición sin lucha en ésta, la mejor guerra.

La del amor, con mis hadas y mis flores,

y mi ejército de estrellas.


Foto: Far de Favàritx, Menorca