Diario de un cáncer de colon I: Bloqueo

10.09.2021

¿Alguna vez, cuando ibas a contar algo, tuviste la sensación de que se apelotonaban en tu cabeza ideas y acontecimientos y todo se hacía una gran bola que se quedaba atascada a falta de un orden, una estructura, para salir? Así me siento yo ahora y, curiosamente, así me he sentido también al menos en los dos últimos meses, mental y físicamente (sí, esto último en relación mis deposiciones). Me pregunto si ambas cosas están conectadas, y si lo están, qué es lo primero, el huevo o la gallina, lo físico o lo mental.

Tengo mucho que contar y quiero ordenarlo para ti, lector/a, que creas conmigo mis historias. Voy a comenzar con el tema del bloqueo mental, aunque lo que ha tenido un impacto más obvio y ha puesto mi vida patas arriba ha sido el tema del estreñimiento. Éste tiene que ver con la extirpación de mi recto en noviembre del año pasado y la reconexión de los intestinos en mayo cuando cerraron el estoma, resultado de la primera operación. El bloqueo, que se impuso tras la severa incontinencia que había sufrido el primer mes tras la segunda operación, hizo mi vida bastante dolorosa y miserable, hasta el punto de hacerme decir que "había estado en el infierno, regresado y había vuelto a visitarlo"... varias veces.

Mi amiga Filomena me anima a que cuente estas cosas. Siendo experiencias tristes y dolorosas, lo que decía es que le permiten aprender. En realidad mi aprendizaje puede convertirse en una especie de saber colectivo del que participamos todos, como le oí decir una vez a mi hermana Elva. Estoy absolutamente de acuerdo con esta idea, que no es de Filo ni de Elva ni mía sino precisamente parte de ese saber colectivo de todos: a alguien se le ocurrió y ahora muchos la compartimos. Además, es consistente precisamente con lo que a mí me hace sentir mejor: contarlo casi todo.

En estos últimos meses, a la vez que experimentaba el bloqueo físico había uno mental. He cuestionado esta disposición mía "a contarlo todo", después de haber percibido el pudor o incluso censura de alguna gente que me escucha/lee o, peor, su malestar genuino cuando lo que cuento son malas noticias. Este tipo de respuesta suele darse, pero no siempre, en personas que son más celosas de su intimidad. Otro amigo cuyo nombre estoy seguro que prefiere que no mencione en este blog me dijo algo así como que "prefería no leer mi blog para no pasarlo mal". Aprecio muchísimo su opinión genuina, además de legítima, y le agradezco infinitamente su honestidad y franqueza, aunque es verdad que saberlo me trajo tristeza al sentir que no podíamos encontrarnos en esta historia importante de mi vida.

Ya te escucho a ti decir, lector/a de este blog por decisión propia, "tú cuenta lo que quieras, ¿no?". Y tú leerás lo que quieras. Ciertamente yo lo hago. Lo que cuento es una decisión que evalúo de forma continua, considerando mi inclinación pero también el impacto que puede tener en los demás. Hoy vuelvo a la carga tras confirmar que me divierte más contar y que, en general, hacerlo tiene más beneficios que perjuicios. Por supuesto hay un espacio y un momento idóneo para contar y para recibir lo que otros quieren compartir.

Y es que el efecto que lo que cuento tiene en otros está directamente relacionado con cómo lo presento yo, la perspectiva o luz en que lo presento y el ánimo en el que me encuentro cuando lo hago. Sinceramente, tratar de forzar la salida de un estado de bloqueo mental no puede desembocar en nada bueno, quizá incluso en el fenómeno contrario, una diarrea verbal desagradable tanto para el que la protagoniza y quienes la reciben. Por todo eso, querida/o lector/a, tardé en contar, por ejemplo, que hace más o menos un mes me enteré e que había recidiva del tumor del recto que me extirparon en noviembre y que, además, existía la sospecha de otros tumores en el hígado y en un pulmón.

Algunos de estos detalles son lo que he decidido finalmente compartir en los artículos a continuación, junto con algún relato de mis peripecias los últimos dos meses, un periodo con dolores y malestar que no le deseo ni a mi peor enemigo y que fue causado por el estreñimiento causado por el nuevo tumor; ahora ya lo sabemos. Advierto, como lo he hecho en otras ocasiones (véase el artículo sobre "la mierda"), que los próximas entradas en mi blog pueden no ser plato de gusto para todo el mundo. También anuncio que probablemente lo que te encuentres no sea no solo triste y trágico sino también a veces cómico y, espero, inspirador. Siempre he preferido los finales felices. Casi siempre he creído que teníamos capacidad para crear historias con finales felices y llevo entrenándome desde el 2007, año en que descubrí la meditación en compasión, para crear historias con finales felices.

Foto: Bahía de Santander, España, cortesía de mi hermana Josefina